La Ley del Karma, también es conocida como la Ley de Causa y Efecto. Esta ley nos enseña que todo efecto tiene su causa asociada. Nada sucede porque sí. Todo ocurre por alguna causa. Si yo dejo caer una gran piedra sobre un cristal, al golpearlo, éste se romperá. La Causa, en este caso, es que yo dejé caer la piedra y el Efecto, es que el cristal se rompió.
En la vida del ser humano, todo ocurre porque él mismo ha puesto en funcionamiento a través de alguna acción o hasta en pensamientos, la consecuencia que hoy está viviendo.
Hay muchas enseñanzas en la vida cotidiana que respaldan esta ley. Si yo siembro semillas de trigo, de ellas no crecerá una planta de maíz. Si insulto a una persona, ella no me responderá con palabras de amor. Si nunca estudio para mis exámenes, jamás lograré el título académico que estoy buscando. La Ley de Causa y Efecto es de muy simple comprensión y es la que guía nuestras vidas, creamos o no en ella. El cosmos, no puede esperar la aceptación del hombre para operar la Ley de Gravedad. Antes de que Newton la formulara, esta ley operaba de la misma manera.
Cuando hablamos del Karma, estamos hablando de la Ley de Causa y Efecto. El Karma no es otra cosa que las consecuencias que cosechamos de las acciones que sembramos. Si nuestra siembra es buena, la cosecha también lo será. Si sembramos buen Karma, cosecharemos buen Karma, también.
Es muy común, escuchar hablar del Karma como algo malo. Pero el Karma puede ser bueno o malo, según la rueda de acontecimientos que nosotros mismos hayamos puesto en marcha en el pasado con nuestras acciones.
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